lunes, 6 de mayo de 2013

Qué hay de valiente en la guerra

Tantas veces me he preguntado qué hay de valiente en la guerra. Un conflicto entre seres humanos que se despojan de toda humanidad. Siempre me he preguntado qué hay de libre en lo ciego, de ideológico en la muerte, de patriótico en el exilio hacia el país de lo cruel, lo alienado, del despojo de todos los sueños, la falta de agua a cualquier flor, no inspirar en una espiración infinita, pobre, asustada.

Los oídos se ensordecen bajo el ruido de las balas y ya no alcanza la risa de un niño para llegar al alma.
Los besos, los enamorados que se acarician por vez primera, la amistad, las metas y los pasos, una canción de cuna, los recuerdos, un abrazo sublime, inmenso, eterno, quien te dio la mano en un momento de euforia, quien te dio una mirada en un instante de pánico... todo se pierde bajo el ruido de las balas. Y ya no nos queda nada.

Nos hacemos llamar humanos pero entendemos la falta de humanidad, ¡no podemos despojarnos de eso! es una obligación serlo, si no perderíamos el derecho, el derecho a vivir en sociedad, a juzgar, a pedir, a recibir.

Tantas veces me he preguntado qué hay de valiente en la guerra...tantas, tantas veces.

Este es mi yo cansado. Cansado de indiferencia, de la lucha contra un imposible, de la inexistencia de lucha, del conformismo, la crueldad, los pactos pactados por invisibles. Es mi yo cansado de competencia, de pisotones, de aquel estropeado termómetro de lo importante.

Un yo cansado de menosprecios hacia lo más sensato de todo, hacia el amor. Hacia el único Dios invisible a los ojos y capaz de abrazar el alma.

Tantas veces me he preguntado qué hay de valiente en la guerra...tantas, tantas veces.
M.B.

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